La relación entre el gobernador Juan Manzur y el vicegobernador Osvaldo Jaldo atraviesa otro momento de distancia desde que la interna por la sucesión quedó evidenciada. Si bien durante todo este año el vínculo tuvo altibajos, este capítulo tendría algunas consecuencias que trascienden en el tiempo y que podrían profundizar las diferencias ya existentes. La división se acentuó y uno de los síntomas está cada vez más en la superficie. Distintos dirigentes, algunos más cercanos al titular del Ejecutivo y otros, al del Legislativo, dejan entrever que el conteo de quiénes están de un lado y quiénes del otro varía a diario. Hay algunos referentes que, dependiendo de con quién se hable, están anotados en el manzurismo y en el jaldismo.

Esta etapa es precisamente la que muchos querían evitar. Sobre todo, aquellos que apostaron en las últimas elecciones provinciales de 2019 para que la dupla se mantuviera en el poder y que tienen responsabilidades institucionales. Hay intendentes y comisionados comunales del oficialismo y algunos funcionarios de distintas áreas de la Casa de Gobierno y de la Legislatura que pasan por un período incómodo.

Ausencia

Si bien Manzur y Jaldo llevan agendas diferentes, en tiempos de concordia suelen compartir actividades varias veces por semana. En los últimos días, Jaldo no estuvo en el lanzamiento de la temporada turística. El acto tenía un sabor especial porque marcó un aspecto positivo en medio de la pandemia y no hubo demasiados para comunicar en estos meses. Tampoco concurrió al acto por el Día de la Militancia, organizado por la agrupación Generación Intermedia en la sede del Partido Justicialista. El vicegobernador había confirmado su presencia, pero a último momento faltó. La versión oficial que salió de su despacho indica que sus actividades propias se extendieron demasiado. La extraoficial, de altas fuentes del jaldismo,cuenta que se percató de que lo invitaron solo mientras que Manzur llegó rodeado de dirigentes. El vice no habría querido exponerse así, según especulan. El plantón dejó a Manzur con la silla vacía al lado durante algunos minutos. Todo un gesto. Al sitio lo ocupó una de las impulsoras de ese espacio, la vicepresidenta primera del Concejo capitalino, Sara Assán. No se lo vio al vice, además, en las fotos en las redes sociales de las recorridas que el mandatario provincial hizo por algunas ciudades como Monteros, Alderetes o Concepción ni en reuniones con delegados rurales. Jaldo sí tuvo encuentros en la Cámara con distintos representantes del interior y otras instituciones.

La última vez que habrían compartido un acontecimiento institucional -al menos en público- fue hace 12 días, en Burruyacu, donde participaron de la inauguración de obras de pavimento e iluminación.

Los porqués

¿Qué distancia a las cabezas del oficialismo? Fundamentalmente, sus aspiraciones y la manera de hacer política. Quienes los conocen más de cerca siempre supieron que la compatibilidad de sus perfiles no era precisamente el fuerte de la fórmula. No es, sin embargo, una condición que cumplan demasiados binomios en el terreno político. En este caso, el trasfondo es conflicto es la sucesión en 2023: ambos querrían mantenerse en el poder. Durante el primer mandato, pudieron mantenerse como un equipo, al menos, la mayor parte del tiempo. Apenas comenzó el segundo, la puja se transparentó y comenzó a ser fogoneada por quienes comenzaron a enfilarse tras uno y otro.

En la Legislatura molesta que se deje a Jaldo y a los suyos afuera de algunas reuniones y decisiones de trascendencia y que se priorice a ministros y otros miembros de su equipo. El vínculo que entabló Manzur con el intendente de la Capital, el opositor Germán Alfaro, también irrita, porque insinúa un posible acuerdo con la mirada puesta en los comicios que, se entiende, podría dejar afuera al ex ministro del Interior. Otro punto es que creen que el manzurismo estuvo ligado de alguna manera a la difusión de algunas informaciones relacionadas con la Legislatura en el ámbito nacional. Además, en la lista también se anota que se trató- interpretan- de “invisibilizar” al vicegobernador en las decisiones tomadas sobre la pandemia.

En la Casa de Gobierno, por otro lado, no les gusta la “beligerancia” de algunos legisladores jaldistas en relación a asuntos urticantes como las tarifas de los servicios, la gestión de la covid-19 o la inseguridad. Consideran que el titular del Poder Legislativo está detrás de estos “ataques” y que a veces los encabeza con su propia voz. Sostienen que algunos opositores de la Cámara también serían funcionales a Jaldo en estas situaciones.Tampoco les agrada, sobre todo a los referentes del interior, la estrategia de “jaldizar” las conducciones de los Concejos Deliberantes. Específicamente, tomaron nota de lo que sucedió en Tafí Viejo, intendencia que encabeza Javier Noguera, uno de los dirigentes con mayor proyección y a quién se mencionó como posible candidato para el lejano 2023.

Lo concreto es que Manzur y Jaldo parecen no entenderse en esta etapa ni siquiera para pensar en un eventual enroque en la fórmula. Uno porque parece políticamente indescifrable y el otro, políticamente irritable. Al menos, desde la mirada de sus entornos.

La Cámara sería el terreno en el que se espera que ambos espacios se envíen fuertes mensajes. El jueves habrá sesión y esta vez sí se incluyeron proyectos de seguridad en el temario. Los asuntos estaban pendientes y varios de ellos fueron impulsados por el manzurista Gerónimo Vargas Aignasse, presidente de la comisión correspondiente. En paralelo, está en análisis el Presupuesto 2021 y, al igual que sucedió con el de este año, el jaldismo no apoyaría la aprobación del proyecto tal como llegó desde el Ejecutivo. Adelantan que habría varios cambios y algunos, sustanciales. En los próximos días se verá cuán profunda es la distancia en la relación.